Chris Steele Perkins comenzó trabajando de editor de imagen para el periódico universitario en Newcastle, donde estudió Psicología, y se graduó con matrícula de honor, pero no fue hasta 1971, cuando fijó su residencia en Londres, y comenzó a trabajar como fotógrafo independiente.
Entrado 1973 se internacionalizó su trabajo, viajando hasta Bangladesh en misión humanitaria, siendo entonces cuando saldría a la luz el verdadero talento de este fotógrafo encandilado por las cámaras y las visiones antagónicas de momentos vitales opuestos.
Hoy es un reputado fotógrafo de la agencia Magnum, pero fue la agencia Viva con sede en París la primera agencia que creyó en el potencial de este británico allá por 1976.
Desde que Magnum lo acogió se convirtió en un animado y portentoso captador de momentos justos y precisos, y comenzó a desarrollar su trabajo en tierras más desfavorecidas, centrando su trabajo en las dolorosas y decrépitas desigualdades entre los países desarrollados y los subdesarrollados.
Su relato visual de todos aquellos rostros que pueblan el tercer mundo se convirtieron en su estandarte, siendo embajador de las injusticias valiéndose para ello de su objetivo.
Su relato visual de todos aquellos rostros que pueblan el tercer mundo se convirtieron en su estandarte, siendo embajador de las injusticias valiéndose para ello de su objetivo.
Obtuvo los mayores galardones a los que un fotógrafo puede optar, resaltando entre ellos el Premio de Fotoperiodismo Tom Hopkinson en 1988, año en el que de la misma manera se hizo con el Premio Oscar Barnack y ya en 1989 consiguió La Medalla de Oro Robert Capa.
Los conflicos bélicos tambíén han captado su atención poderosamente, atreviéndose a denunciar y enseñar al mundo la realidad de Afganistán. Su delicado trato de la realidad, su necesidad de enseñar al mundo lo que muchos ojos no son capaces de ver es uno de sus principales fines. Al radiografiar esos momentos plagados de emociones y sentimientos consigue remover conciencias, llegando a hacer que se tambaleen todos los sentidos de un espectador mucho más cercano, mucho más inmerso en las situaciones retratadas.
Su último trabajo, aún inacabado se centra en los recientes desastres de Japón, tras el maremoto y la crisis nuclear. Las imagenes cotidianas, que a la mayoría de los ojos pasarían inadvertidas, se magnifican ante el objetivo y la mirada de Chris Steele, un profeional entregado y coherente con la realidad en la que no sólo él ha de luchar por sobrevivir.
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